domingo, 20 de noviembre de 2011

Día 1: Aterrizaje

Ha llegado el día, casi no me he dado cuenta, todo se ha precipitado, y plas, ya estoy en el avión, despertando de mi "cama" en la clase business, junto a un chino malhumorado que increpa a la tripulación de cabina y que lleva en el mismo reloj la hora de suiza y de china, con dos esferas separadas.
A colocar todo, el suelo debe estar limpio para el aterrizaje, lástima que no esté en la ventana que da a la ciudad, sólo puedo ver el mar. Por fin aterrizamos, ya estoy esperando al taxi, es de los de color rojo, y hay que pagarle en metálico, por eso he sacado 500 HKD del cajero de HSBC, con ING la comisión es poca un 2%, mucho mejor que comprarle HKD a los puestos de cambio. Nos aproximamos, por el carril de la izquierda, a la urbe, y tras la bruma, veo unos gigantes, cual Don Quijote, pero estos son de verdad, son moles de cientos de metros que se forman en muro ante mi, como no queriéndome dejar entrar. 

El taxi los sortea y se mete en el laberinto iluminado de Hong Kong. Ya estoy en la recepción del hotel, un chino sonriente me estrecha la mano, mi jefe, y más tarde un español, cano, pero con aire jovial, hace lo propio, mis nuevos compañeros de oficina. "Take it easy, take your time and see you tomorrow".

Subo al 36 acompañado de un conserje, mi nueva casa me espera, una habitación de lujo con cocina empotrada y gran cuarto de baño, a ver como la transformo en hogar. De momento los dibujos de mi sobri podrán adornarla un poco. Poco a poco, es mi primer día, a ver como lidio con el jet lag.

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